viernes, 28 de febrero de 2014

Capítulo VIII: Desarmados

-¡Ellioth!- Kyra grita emocionada mientras hala la manga de mi casaca- ¡No te detengas ahora!

Me gusta detenerme súbitamente en la parte más emocionante de la historia y descubrir que Kyra me ha puesto atención. Ojalá me pusiera la misma atención cuando le enseño sus lecciones.

Bien, cuando Young encontró que en la biblioteca no había nadie, pero el Capitán Sparks no podía ser engañado.

Examinó el salón de reojo, aspiró profundamente, exhaló con calma y finalmente dijo:

-Ya sé quién eres. Te han atrapado antes y esta vez será la última.

-Y yo que trataba de evitar problemas.- ella salió de entre la penumbra y a Young le pareció ver un rayo atravesando los ojos purpura de la ladrona.

-¿Disfruta la fiesta, señorita?- Young sonrió de medio lado.

-Bastante,-contestó la joven con ironía- ¿Qué hace aquí, señor?

-Yo pregunté primero -Young miró alrededor – Su Majestad ordenó que todos salieran al jardín. No podemos estar aquí. Y después de haberte observado desde hace un rato, no hay que ser un sabio para saber que  la única razón que tienes para quedarte es que tienes algo entre manos. ¿Qué llevas ahí?

-Nada importante, y aun cuando me encantaría quedarme a charlar, tengo asuntos importante que atender, usted entiende.- dijo la chica mientras caminaba pasando de largo al Capitán

 -Pero si la noche aun es joven.- Young la detuvo del brazo

 -Ay lo siento, pero tengo un padre muy celoso y si se entera de lo nuestro le puede ir muy mal.

 -Correré el riesgo.- Young apretó el brazo de la joven con fuerza.-Con los de tu estirpe siempre se corren riesgos.

 -Me está  lastimando el brazo. ¡Suélteme!- Dijo la chica desafiante.

 -Mejor comienzas a cooperar si no quieres que te pulverice el brazo, ladrona. No eres más que una niña jugando a ser pirata. Das pena.

-¿Alguna vez te han dicho que no juzgues a las personas por su apariencia? Deberías recordarlo, porque yo no soy lo que parezco.

-¿Ah, sí? Pues muéstrame entonces quien eres en realidad.

-Como pidas.

Recordemos que Caddy era una inventora y su fuerte no era precisamente el enfrentamiento cuerpo a cuerpo, pero tenía algunos trucos bajo la manga que ella misma había creado y con un rápido movimiento con el brazo que aun tenia libre, usó a Young como sujeto de pruebas para su “aturdidor”: un anillo que producía descargas eléctricas, las cuales dejaron a Sparks con un dolor sorpresivo en el vientre.

Aunque ella ya se había liberado y tomado nuevamente el libro, Young reaccionó rápidamente y estaba decidido a atraparla a cualquier coste y no tenía miedo de lastimarla, la sujetó del brazo y lo torció hacia atrás, haciendo que soltara el libro. Aunque a ella le dolió, no lo demostró y volvió a golpear a Young con el aturdidor, esta vez en la boca.

-¿Dónde están tus años de entrenamiento en la Guardia Real, soldado?

-No vale la pena usarlos contra ti. Hoy seré benevolente contigo. Y llámame Capitán. Capitán Young Sparks.

Caddy había escuchado ese nombre antes, pero en las historias de su padre, Young sonaba como un hombre viejo y mal parecido, sin embargo, la cara de Young se le hacía vagamente familiar; pero muy en el fondo de sus memorias creía recordar algo sobre un Young Sparks empapado y amable, pero no podía recordar dónde ni cuándo.

-Bien, Capitán, ya que estamos en las presentaciones, llámeme Caddy Mah-Sey – dijo ella corriendo hacia la puerta.

-Ya sabía que eras parte del clan Mah-Sey, pero debo confesar que por fin se tu nombre. Encantado.

Young había escuchado antes el nombre de Caddy pero no recordaba exactamente ni cómo ni cuándo, pero creía recordar algo sobre una Caddy que corría junto a un río o algo similar pidiendo ayuda, pero no lograba recordar ni dónde ni en qué circunstancias.

-No… el gusto es todo mío.

Caddy sacó algo de su bolsa y lo lanzó hacia Sparks, pero él lo esquivó.

Young corrió hacia el pasillo y logro alcanzar a Caddy. Saltó hacia ella y atrapó a la ladrona sometiéndola contra la pared, la levantó tomándola del cuello y cuidando de inmovilizar la mano donde tenía el aturdidor.

-¿Lista para hablar?

-¿En serio crees que porque no puedo usar mi aturdidor y soy mucho más débil que tú ya ganaste?

-Sí. Eso es lo que creo.

-Pues mal hecho. ¡Colmillos, a la cara!

Young soltó a la chica y cayó al suelo después de recibir  un fuerte mordisco del genet de Caddy en la ceja. Intentaba quitárselo de encima pero los filosos dientecitos de Colmillos habían hecho una especie de candado, perforando la piel de Young y saliendo del otro lado; la sangre que escurría de la ceja, nublaba la vista de Sparks y cuando el animal lo soltó, Caddy ya estaba descolgando los cortinajes de la biblioteca  para hacer una soga y bajar por la ventana.  Aunque al principio estaba aturdido por la sorpresa del ataque, se recuperó rápidamente para ver a Caddy forzando el cerrojo de la ventana.

Se levantó y tomando impulso, corría hacía ella con la intención de impactarla contra el vidrio, pero  Caddy accidentalmente dejó caer la ganzúa al suela y cuando se agachó a recogerla,  Young, sin poder evitarlo se precipitó al atrio rodeado de cristales rotos.

-¡Gracias por abrirme la ventana, eres muy caballeroso! – gritó ella mientras se deslizaba hacia abajo ayudada por los cortinajes, llevaba el libro bajo el brazo.

-No creas que te será sencillo huir, tienes que pasar sobre mí si quieres llegar a la salida. Tienes que soltar el libro para pelear. Sargento,-dijo esta vez a su mascota- ve por refuerzos.

-Ya te diste cuenta de que caíste desde una altura de cinco cuerpos y que tienes cortaduras por todos lados, ¿cierto? No puedes ni levantarte.

-Hay algo de lo que tú no te has dado cuenta, chiquilla: Mi padre dedicó su vida para acabar con los de tu estirpe y murió sin lograrlo. Yo en cambio, no moriré hasta ver a todos los miembros de tu renegada familia de ladrones encerrados para siempre en los calabozos más oscuros de Pandora.

Caddy no dio importancia a lo que Young dijo, por el contrario pasó junto a él mirándolo altaneramente.

-Di lo que quieras, Capitán, pero esta vez ni ninguna otra lograrás atraparme.

Caddy debió apresurarse a salir de las inmediaciones del castillo. Debió asegurarse de que Young no podía seguirla y debió asegurarse de no descubrir su rostro, pero su ego pudo más y mirando por lo que ella pensaba sería la última vez a su enemigo, bajó la mascada con la que cubría su rostro y dijo:

-Ve a casa con cuidado.

¿Has sentido ese sobresalto que te da a media noche cuando duermes y súbitamente recuerdas algo que has tratado de recordar durante todo el día? Algunos sienten como algo rompiéndose dentro de su cabeza, como una esfera de cristal que contiene secretos ocultos e intangibles; sienten como se desquebraja poco a poco hasta que la presión de lo que está atrapado en esa esfera es demasiada y rompe el cristal haciéndolo añicos y dejando escapar todo: escenas, voces, sonidos, colores, aromas y sensaciones de un solo golpe, expandiéndose incontrolablemente, llenando cada espacio de la mente y los sentidos hasta hacernos revivir un momento exacto una y otra vez en unos pocos segundos, haciéndonos sentir que fue algo que sucedió hace apenas unos instantes.

Eso mismo sucedió con Young Sparks, y en un segundo recordó cómo, cuándo y dónde había conocido a Caddy.

Esa sensación de saber quién era Caddy, de saber que ella era mucho más que la simple hija de Mah-Sey, le dio un nuevo sentido al deber de atraparla y le infundió fuerzas que parecían sacadas de lo más profundo de su tuétano.

-¡Caddy!- Young se levantó y alcanzó a Caddy justo en el momento en que los fuegos artificiales comenzaban a explotar en el cielo.- ¡Caddy! ¿Me recuerdas, Caddy?- Young sujetaba a Caddy del brazo fuertemente, pero sin lastimarla y le pareció por un efímero momento estar de nuevo frente a la pequeña a quien había ayudado junto al canal del mercado de Faria.

Las emociones que se agolpaban en los sentidos de Young no podían ser más contradictorios; pues por un lado, Caddy, la niña que ahora reconocía bajo las cambiantes luces de los fuegos en el cielo, estaba ligada a uno de los pocos recuerdos felices que tenía, y recodaba no solo el momento en que la ayudó sino también las ocasiones en las que al ver a Sargento a su lado, daba gracias a los Destinos por haber puesto en su camino a esa niña, a esos ladronzuelos y a esos pequeños genets; porque si esa pequeña no hubiera comprado esos animalitos, y si esos niños no la hubieran robado y si ella no hubiera pedido ayuda y si él no la hubiera ayudado, jamás habría tenido la oportunidad de tener a Sargento sobre su hombro y Sargento era, sin duda alguna, el único ser que le inspiraba un sentimiento de amistad y desinterés total.

Por otro lado, Caddy era una ladrona. Una hija de piratas, la hija del peor enemigo de su padre y su llave para lograr atrapar a Raman Mah-Sey.

A Caddy se le vinieron todos los colores a la cara, y al igual que Young, la esfera dentro de los recuerdos de Caddy explotó y recordó por fin al joven guardia que la había ayudado cuando era solo una niña.

Aunque los sentimientos de Caddy no eran tan fuertes y confusos como los de Young, también sentía una conexión especial, un lazo que la unía inevitablemente con el joven guardia que la había ayudado y que después de ahuyentar a los ladrones, después de querer consolarla cuando sus mascotas cayeron al agua, después de que caminó sobre ese tronco viejo para alcanzar la caja con los genets y aún después de haber caído al agua al rescatarlos, después de todo eso, el joven guardia aún tuvo la amabilidad de decirle: “Ve a casa con cuidado”.

Caddy no sabía qué hacer. La cara le ardía con una emoción casi inexplicable, y sin embargo no lograba esbozar una simple sonrisa. Sabía que debía soltarse de Young y huir antes de que Sargento regresara con otros guardias, pero sus músculos de pies a cabeza simplemente se negaban a moverse.

Hasta antes de recordar quien era Young, Caddy tenía claramente definida la misión que tenía, un plan fríamente trazado y escrupulosamente definido, estaba preparada para cualquier situación y sabía cómo reaccionar ante cualquier ataque, pero para lo único que ella no estaba preparada, era precisamente lo que la puso en peligro real: Young la abrazó.